Tal es la complejidad de la técnica original, que en Occidente hemos tenido que simplificarla para hacerla asequible (es comprensible ya que el grado de virtuosismo que ha alcanzado el Shibori en Japón, sencillamente, no tiene límites). No hay más que ver la forma que tenemos de denominar al Shibori en estas latitudes –Tie Dye–, cuando claramente se trata de mucho más que atar; por suerte, las posibilidades creativas que nos brinda el diseño tridimensional por bloqueo son amplísimas. Y no pasa nada por simplificar la técnica, pero sin perder nunca de vista su origen, diversidad y espíritu.